La música y el cine siempre
han mantenido una estrecha relación. Desde las primeras películas, en las que
las melodías eran el único recurso sonoro que se utilizaba para reforzar el
significado de la interpretación de los actores, hasta este momento en el que
una notable cantidad de producciones musicales sólo se plantean como una acción
más dentro del plan estratégico de lanzamiento y comercialización de algunas
obras cinematográficas. A lo largo de la historia del cine, diversas figuras
relacionadas con otras disciplinas artísticas han contribuido a su desarrollo y
evolución, pero en las últimas décadas las bandas sonoras originales se
distancian cada vez más de este adjetivo, observándose que a menudo se realizan
simples compendios de éxitos musicales dirigidos al consumo masivo de los
posibles espectadores. En consecuencia, dejan de ser proyectos diferentes y
creativos
Como diría Charles Chaplin:
“El arte cinematográfico se parece a la música más que a cualquier otro arte”.
Además, la relación entre la música y el cine es consustancial al nacimiento de
éste, puesto que aunque se denominara ‘cine mudo’, desde los barracones donde
se proyectaba el invento siempre se acompañó de efectos sonoros. El narrador,
que se encargaba de explicar y enfatizar ciertos momentos del film, era un
elemento más de la representación que se debía tener en cuenta. A veces, para
reforzar la función de entretenimiento de las primeras exhibiciones fílmicas,
también se podía encontrar una persona sentada al piano para amenizar la velada
y hacer hincapié en unos determinados momentos del relato que necesitaban un
toque extra de dramatismo. Al principio, la música que se creaba para cine
tenía el fin de crear los sentimientos y acentuar las atmósferas que una
determinada película quería resaltar. La simbiosis debía ser eficaz, de modo
que la banda sonora de una película tenía que reforzar las intenciones de cada
secuencia con sus efectos a través de orquestaciones con ritmos diferentes o
incluso con el recurso de los silencios. G.Van Parys cita una experiencia
vivida frecuentemente por los músicos, cuando la proyección precede a la
sonorización: “En el caso en que la cinta no es muy satisfactoria, el músico
encargado de la sonorización es objeto de desacostumbrados miramientos: -Mi
querido amigo, ya sólo cuento con usted para salvar la película”. (Le Cinéma par ceux qui le font 1949:268).
Para Balasz, la música es un factor
de realidad. Acompaña a las imágenes y proporciona una verdad convincente y
objetiva y sirve de refuerzo a la subjetividad de la vida. Algunos autores la
consideran un movimiento del alma, capaz de hacer patente la ley del
movimiento. En la actualidad, en el cine que se realiza en Estados Unidos y
Europa se puede diferenciar dos tipos de música, que reciben las siguientes
denominaciones:
- Música de enmarcamiento: Es aquella que repite el mensaje que presentan las imágenes. Se recurre a la redundancia para subrayar y acompañar el significado visual. Este modelo es seguido sobre todo en Estados Unidos.
- Música significativa: Es aquella que ayuda en la creación de significados a partir del contraste con las imágenes. Se produce una complementariedad. Frecuentemente, suele estar presente en el cine europeo.
Esta clasificación no es
limitada, ya que se trata de un ámbito en el que se pueden observar numerosos
grados y posibles combinaciones entre ambas formas. Un realizador puede
recurrir a música no concebida originalmente para una obra cinematográfica o
solicitarla por encargo. En este caso, el compositor deberá trabajar siguiendo
el mismo punto de vista que el director para conseguir sacar el máximo provecho
al guión y hallar así una fórmula que permita conjugar armoniosamente las
imágenes con la música.
Desde los albores del cine
sonoro, hasta hoy día, se pueden contabilizar un total de unas 7000 bandas
sonoras originales. Es necesario anotar que se incluyen en este resultado
aquellas producciones que cuentan con dos o más versiones de la misma película.
Es decir, por un lado se comercializó la banda sonora creativa, la que se
compuso para acompañar al film y se incluyó en su montaje, y, por otro lado, se
preparó para sacarlo al mercado un nuevo trabajo con canciones no originales
(desde el punto de vista de no poseer los derechos de autor de la creación) y
que podían contribuir en la obtención de beneficios finales. Sin embargo, este
agente tan importante de la consecución de la película final a ser consumida
por los espectadores, muchas veces pasa desapercibido para aquellos
consumidores-compradores que sólo buscan distracción, entretenimiento y "seguir
la moda". Esto hace que muy pocos compositores de bandas sonoras sean
reconocidos por sus producciones musicales, a pesar de que su trabajo sea
objeto de galardón en diferentes premios que se otorgan en el campo cinematográfico.
Algo que también une
fuertemente al cine con la música, es el hecho que las emociones, más que
visuales, son de naturaleza musical; de manera que la combinación entre música
e imagen, puede dar frutos mas que interesantes, y que funcionan desde tiempos
del cine mudo.
En este mismo sentido,
podríamos decir, que la relación entre la música y el cine, es muy similar a la
existente entre la música con la literatura.
Los antiguos griegos ya
hablaban de esto, y afirmaban que cuando ambas artes alcanzan su punto máximo
de expresión, se manifiestan por el hecho de que una se escucha con los ojos y
la otra se lee con los oídos. Para nuestro cerebro profundo no existen
diferencias, y ambas nos introducen en un mundo mágico de fantasías, donde la
mente y el espíritu vuelan en total libertad. Es innegable, que ambas artes se
nutren y nos nutren mutuamente, de una manera muy rica y fructífera, y hacen
nuestra vida en este mundo, mas sana y feliz…