martes, 14 de octubre de 2008

Música y salud

Quisiera reproducir un artículo muy interesante que me llegó sobre música y salud, que fué publicado originalmente en la revista Esfinge.

MÚSICA Y SALUD
Esfinge núm 15 - Julio-Agosto 2001
J. E. F. Martínez
Determinados sonidos pueden provocar cambios en el metabolismo y la biosíntesis de los diversos procesos enzimáticos. Recientes investigaciones sobre musicoterapia confirman antiguos conocimientos sobre la influencia de la música en general, y sobre determinados instrumentos musicales para conseguir ciertos efectos en el cuerpo y en el alma humana. C. Fregtman dice: «El sonido ejerce un impacto en nuestro organismo, y ciertamente se producen cambios químicos-eléctricos muy delicados. Sabemos que los dispositivos sustancio-energéticos del sistema nervioso encefálico de un individuo se relacionan con las combinaciones de elementos químicos productores de reacciones circuitales que alimentan una porción de la actividad cerebral y -en sentido inverso- recogen señales de respuesta y control muscular. Sabemos también que el sonido puede acelerar o retardar el movimiento de estas complejas sustancias.»(1) Es decir, la música facilita la digestión, la respiración y la circulación sanguínea, mejora el rendimiento del corazón, provoca relajación muscular y las más recientes investigaciones han descubierto que determinados sonidos pueden provocar cambios en el metabolismo y la biosíntesis de los diversos procesos enzimáticos, incluidos el ADN y ARN. Que la música influye en el organismo y el comportamiento humano nadie lo pone ya en duda. Todos sabemos que la música en la sala de espera del médico o del dentista produce un efecto tranquilizante; que el hilo musical en fábricas u oficinas donde se realizan trabajos mecánicos, aumenta el rendimiento y disminuye la fatiga de los empleados; que el heavy metal aumenta los instintos agresivos o que la música disco aumenta los jugos gástricos por la excitación nerviosa producida, lo que induce a consumir bebidas; o las últimas técnicas en musicoterapia, donde es la música la que se encarga de curar ciertas enfermedades. No solamente influye la música en el hombre, sino también en los animales -Marciano, Estrabón, Plutarco y Clemente de Alejandría se extienden en consideraciones acerca del poder hipnótico que la música ejerce en la mayoría de ellos y en los vegetales. Se ha comprobado por la Física la influencia de los sonidos (vibraciones) sobre la materia «inerte», como puede ser la rotura de una copa veneciana que se quiebra a distancia por una vibración intensa al unísono perfecto con su diapasón sonoro; o esas notas enérgicas salidas de las cuerdas de un violín, y que mantenidas constantemente pueden derribar un muro, cual se derrumba un puente de hierro, cuando sus soportes se destemplan bajo el paso rítmico y uniformado de un ejército (recordemos el relato bíblico de las murallas de Jericó, derribadas al son de trompetas y cantos entonados rítmicamente). En la antigüedad se sabía y se utilizaba este tipo de poder que tenía el sonido y la música especial. Ahora bien, no toda la música produce los mismos efectos, sino que cada vibración tiene unas consecuencias, y así por ejemplo: Pseudo-Plutarco (2) dice que «la música es un arte visiblemente útil particularmente en los peligros de la guerra. En estos, unos emplearon flautas, como los lacedemonios, entre quienes se tocaba con la flauta el aire llamado Canto de Castor, cuando avanzaban dispuestos a atacar a los enemigos. Otros hacían la marcha contra los adversarios al son de la lira, así se cuenta que los cretenses emplearon mucho tiempo esta práctica. Otros aún, y hasta nuestros días, mantienen el uso de las trompetas. Los argivos tocaban la flauta en la lucha de atletas de las fiestas llamadas entre ellos juegos Estenios...» A este poder que tiene la música sobre los oyentes, los griegos le llamaron ethos. Las escalas musicales difieren esencialmente unas de otras, y quienes las escuchan son afectados de distinta manera por ellas. «Según Aristóteles, la música actuaba de distintas maneras sobre el ser humano, pudiendo: a) Provocar un aumento de la actividad y llevar al hombre a realizar acciones heroicas, impulsivas o voluntariosas. Este poder de la música se reconocía como ethos praktikon (ethos práctico). b) Estimular e intensificar la fuerza espiritual del hombre, desarrollando su firmeza moral. Este poder se llamaba ethos ethikon (ethos ético). El dórico, modo helenístico por excelencia, era empleado en melodías de carácter viril, grave y majestuoso, en los peanes a Apolo y en el género citarístico. c) Las melodías que poseían un ethos threnodes (de threnos, canto plañidero) podían debilitar e incluso corroer el equilibrio moral. El modo lidio se consideraba apropiado para la música trágica y dolorosa, y era empleado en los cantos fúnebres. d) Finalmente, una última posibilidad de la música era la de provocar un éxtasis momentáneo, reservado al ethos enthousiastikon. Este era el ethos propio de los ritos a Dionisos y conveniente a la música religiosa que debía acercar al hombre a la divinidad. (3) Muchos teóricos y músicos griegos vieron en la música no sólo un poder de acción sobre el alma, sino como ya hemos dicho sobre la materia. Es conocida la imagen de Orfeo encantando a la naturaleza en pleno con el poder de su música, de Anfión construyendo milagrosamente los muros de Tebas con la música de su lira, que le fue entregada por Hermes; de Medea cediendo al influjo de un canto mágico mientras perseguía a Jasón, según cuenta Píndaro; de Platón hablando de los cantos que hacen someter a leones, serpientes y otros animales... Muchos autores del siglo pasado no lograron entender cómo era posible que los tetracordios pudiesen provocar reacciones emocionales tan variadas, por la simple razón de poseer el semitono en distinto lugar. Si no fuese por las autorizadas citas de Platón, Aristóteles y otros teóricos, se hubieran reído del concepto de ethos, como lo hicieron en su momento muchos críticos griegos.(4) Pero la musicología fue demostrando que había que tener en cuenta otros elementos, además del arreglo de tonos y semitonos característicos de los modos, como es el ritmo, la velocidad, el género y la altura absoluta. Según Tolomeo, «una misma melodía posee un efecto activo y vivificante en el registro agudo, y otro depresivo en el grave», y aclara además que los registros medios cercanos al dórico, provocan emociones estables, los agudos próximos al mixolidido, sensaciones agitadas, y los graves, cerca del hipodórico, debilitan y relajan el alma. (5) Pero no solamente en Grecia conocían el poder mágico que tenían los sonidos; los emperadores de China se vieron obligados a crear una Oficina Gubernamental de Pesas y Medidas, encargada de buscar la altura correcta de los lü (6) y reglamentar la música empleada en las ceremonias, ya que para los teóricos chinos de la antigüedad, la música no era un símbolo abstracto. Determinadas alturas representaban situaciones mágicas. Por eso no veían en el sonido una melodía en potencia sino un poder en acción. Cada nota tenía un valor intrínseco, independiente de su relación con otros sonidos. Por esta razón cada lü del sistema musical chino estaba asociado a distintos elementos, estaciones o emociones. También en la India hallamos múltiples leyendas sobre el poder de la música. Cuentan que el emperador Akbar había ordenado cantar el raga(7) Dipaka al cantante Nayuk-Gopal. Este raga tenia el poder de quemar vivo a quien lo ejecutara. Para eludir las consecuencias del mismo, Gopal se introdujo en un río, pero el efecto del raga fue tan poderoso que no pudo escapar a su destino. Los ragas nagavardi y punagatodi eran considerados como los más adecuados para atraer a las serpientes. Krishna era capaz de encantar a toda la naturaleza con su flauta, como lo haría en Grecia Orfeo y Apolo con la lira. Mario Roso de Luna(8) nos cuenta que esta influencia de la música puede afectar en algunos casos tanto a animales como a los hombres indistintamente: «El aria suiza Le ranz de vaches, toque montañés que se emplea para reunir los rebaños dispersos por la tempestad, ejercía tal influencia en los reclutas suizos, excitándoles de modo tan irresistible al llanto desesperado, a la deserción y al suicidio por la nostalgia del ausente país natal, que hubo necesidad de prohibirla severamente en el ejército francés, para evitar verdaderas epidemias de psicopatía colectiva. Análoga cosa ocurre con la gaita gallega, la dulzaina pastoril valenciana, la guitarra andaluza, etc. Es más o menos conocido por todos que David, según la Biblia, tocaba la cítara en presencia del rey Saúl para calmar sus crisis de melancolía; que Pitágoras curaba a sus discípulos enfermos cantando; Homero cuenta cómo Ulises calma sus heridas sangrantes a través de cantos; que Asclepiades, hace veinte siglos, para aliviarse de la ciática tocaba una trompeta, y su prolongado sonido hacía vibrar las fibras nerviosas, produciendo la cesación del dolor; o que Teofrasto, sucesor y continuador de Aristóteles en el Escuela Peripatética, escribió que «los músico-médicos aplican la música contra el desmayo, la angustia, desarreglos en el sueño, dolor de caderas, ciática, molestias del estómago, dolor de cabeza, mordedura de víboras...» ¿Cómo explicar estas curaciones? No olvidemos que numerosas enfermedades son efecto de una perturbación del sistema nervioso, en particular del simpático, y que este «desarreglo» es debido probablemente a una alteración en la vibración de estos nervios. También en los antiguos templos de China, la India y el Tíbet, la práctica de la música con fines terapéuticos era una ciencia altamente desarrollada, basada en la convicción de que las vibraciones producidas por los tonos musicales son semejantes a aquellas que crean verdaderamente el mundo físico, y que emanan de fuerzas espirituales. Por otro lado, estos médico-sacerdotes sabían que cada instrumento musical tenía un efecto determinado sobre el cuerpo humano, y aún sobre cada órgano en particular, de forma que las flautas (como también lo afirma Demóstenes) estaban especialmente prescritas para curar enfermedades del hígado, las campanas para el pulmón, los tambores para el riñón, etc. Así, grupos de monjes soplaban en sus instrumentos de viento y tocaban en tambores un sonido determinado, semanas enteras, sin interrupción alguna, para hacer vibrar éste o aquel nervio. Hasta que al final, a través de ese sonido constante, el sistema nervioso se tranquilizaba o volvía a su estado de armonía y el enfermo sanaba. Así mismo, cultivaron los egipcios el arte musical y conocieron los secretos de la armonía y su influencia en el ánimo, por lo que en las casas de salud de los templos se empleaba la música para la curación de ciertas enfermedades. Todo esto ha conducido a que investigadores actuales como el Dr. Dower digan que el «la» y el «si» bemol sean eficaces contra la tuberculosis, y el «do» sostenido y el «mi» contra el cáncer. Dejando atrás la antigüedad nos trasladamos a las más actuales técnicas en musicoterapia y dentro de ella su innovadora modalidad «activa» (la pasiva es cuando el paciente escucha música), es decir, cuando el paciente toca él mismo determinados instrumentos, especialmente tambores, xilofonos o flautas, con lo que se facilita una descarga de sentimientos reprimidos sin necesidad de razonar el problema.


Notas:1. El Tao de la Música, pag. 88 2. Obras morales y de costumbre, pag. 391 3. Música tribal, oriental y de las antiguas culturas del Mediterráneo, pag. 115 4. Aunque otros, como el P. Ulloa en su Música Universal (1717), nos da un precioso tratado acerca de las modalidades del ethos en sus relaciones fisiológicas con el hígado, órgano de lo psíquico. 5. Tolomeo, Harmoniques 2:7:58, citado en Sachs (1943:249). 6. Esta palabra significa principio, origen, ley, medida, regla, etc. Por extensión los chinos dieron el nombre de lü a los tubos que permiten escuchar los doce sonidos de la escala. 7. Son modos musicales en número de ocho y cada uno de ellos tiene varios modos menores que a su vez tienen varias armonías. 8. Wagner, mitólogo y ocultista, pag. 52

viernes, 10 de octubre de 2008

Espiritualidad y física cuántica

Vamos a ponernos un poco científicos ahora y tratar de explicar la relación entre espiritualidad y física cuántica. En lo personal, creo que esta rama de la física, explica con palabras claras y precisas, lo que los místicos y sabios de la antigüedad han sabido desde siempre de manera intuitiva, y que tiene que ver con el funcionamiento del universo (o de los universos, ya que la física moderna precisamente habla de la existencia de universos paralelos). Como se expresa en Wikipedia: En física, la mecánica cuántica (conocida también como mecánica ondulatoria o como física cuántica) es una de las ramas principales de la física que explica el comportamiento de la materia. Su campo de aplicación pretende ser universal, pero es en lo pequeño donde sus predicciones divergen radicalmente de la llamada física clásica.
La Mecánica cuántica describe el estado instantáneo de un sistema (estado cuántico) con una función de onda que codifica la distribución de probabilidad de todas las propiedades medibles, u observables. Algunos observables posibles sobre un sistema dado son la energía, posición, momento y momento angular. La mecánica cuántica no asigna valores definidos a los observables, sino que hace predicciones sobre sus distribuciones de probabilidad. Las propiedades ondulatorias de la materia son explicadas por la interferencia de las funciones de onda.
Estas funciones de onda pueden variar con el transcurso del tiempo. Esta evolución es determinista si sobre el sistema no se realiza ninguna medida aunque esta evolución es estocástica y se produce mediante colapso de la función de onda cuando se realiza una medida sobre el sistema (Postulado IV de la MC). Por ejemplo, una partícula moviéndose sin interferencia en el espacio vacío puede ser descrita mediante una función de onda que es un paquete de ondas centrado alrededor de alguna posición media. Según pasa el tiempo, el centro del paquete puede trasladarse, cambiar, de modo que la partícula parece estar localizada más precisamente en otro lugar. La evolución temporal determinista de las funciones de onda es descrita por la Ecuación de Schrödinger.
El mundo moderno de la física se funda notablemente en dos teorías principales, la relatividad general y la mecánica cuántica, aunque ambas teorías parecen contradecirse mutuamente. Los postulados que definen la teoría de la relatividad de Einstein y la teoría del quantum están incuestionablemente apoyados por rigurosa y repetida evidencia empírica. El mismo Einstein es conocido por haber rechazado algunas de las demandas de la mecánica cuántica. A pesar de ser claramente inventivo en su campo, Einstein no aceptó la interpretación ortodoxa de la mecánica cuántica tales como la aserción de que una sola partícula subatómica puede ocupar numerosos espacios al mismo tiempo
Para profundizar este tema y su relación con la espiritualidad, recomendamos visitar el blog amigo http://budacuantico.blogspot.com/

Música y espíritu

Hola a todos. En este primer post intentaré explicar el sentido que llevó a crear este blog, y por lo tanto, su razón de ser. Estoy seguro que todos sabemos que es la música y también a que nos referimos al hablar de espiritualidad. Yo creo que ambas cosas tienen una misma raíz, que es precisamente el espíritu. Según la definición que podemos encontrar en un diccionario, la música (del griego: μουσική [τέχνη] - mousikē [téchnē], "el arte de las musas") es, según la definición tradicional del término, el arte de organizar sensible y lógicamente una combinación coherente de sonidos y silencios utilizando los principios fundamentales de la melodía, la armonía y el ritmo, mediante la intervención de complejos procesos psico-anímicos.
El término espiritualidad puede tener el significado siguiente: la espiritualidad es «la cualidad de lo que es espiritual» (por ejemplo, el alma, el espíritu, o todo lo que es inherente a él).
Si nos fijamos en la definición de música, ya encontraremos una primera referencia al espíritu, puesto que las musas eran deidades o espíritus de la mitología griega que protegían las ciencias o las artes. También se entiende por musa al estado en que el artista siente el estímulo que lo lleva a la creación o la composición de obras de arte. Como sea, ambas definiciones son espirituales en si mismas.
Hoy día cuesta mucho ver claramente esta relación; a pesar que mucha gente es aficionada a la música, esta se ha vuelto un poderoso factor de consumo (con la espiritualidad ocurre lo mismo); sumado a que lo realmente “espiritual”, es algo muy raro de encontrar en estos días.
Muchas religiones institucionalizadas (por no decir todas), se creen poseedoras de la verdad espiritual. Pienso que el titulo de gran campeón en esto se lo lleva el catolicismo y todas las ramas del cristianismo, con su afán “evangelizador”, que pretende convertir a todo el mundo a sus propias creencias, sin siquiera respetar en lo que verdaderamente cree el otro, aunque en mi experiencia, todas las religiones tienen en mayor o menor medida este mismo defecto, ya que todas pregonan de alguna manera que su método o su camino, es el único, o el mejor para llegar a Dios (o al “espíritu”).
No nos olvidemos que la palabra “religión”, proviene de religar (o reunir), y estoy seguro que para esto no hay un único camino. Si creo que puede haber métodos o caminos mejores que otros, pero eso debe decidirlo cada persona por si misma. Para los japoneses, muchas disciplinas artísticas son vías espirituales (o Do, como le dicen en su idioma). Literalmente la palabra Do significa camino o vía (espiritual). De acuerdo a esto, podemos mencionar a diversas artes como caminos espirituales (artes marciales, ceremonia del té, teatro, caligrafía, arreglos florales, etc.).
Estoy de acuerdo en que para producir esa reunión con el espíritu, es necesario el estudio y la práctica metódica de una vía, y creo que la música puede ser una excelente vía espiritual (o religión) para los que deseen transitarla con compromiso y disciplina. Como sea, la verdad se encuentra adentro nuestro, en nuestro propio corazón; así que simplemente es cuestión de volver la mirada hacia adentro y buscar con sinceridad.